CAMINO A TIFERET








el paisaje que pasa, una estela,
las manos, el amor, mi voz.
Sólo sueños más allá del sueño
de mi misma.
Deseos transparentes como lluvia:
sólo eso,
rostros habitando una sombra,
luces fugaces, silencios soledades.

Sólo este amor tengo
para compartir:
Amor que hace florecer
los instantes que toca;
los cuerpos, las almas, las miradas.

Abril 1980



que dibuja las montañas
al acabar el día.
Y en la lluvia que besa
el verde de los árboles
y el rosa de las rosas.
En el crepitar de las ramas
acompañando al viento,
llenando mi alma
de frecuencias cósmicas.

Que importa
donde mi corazón me lleve,
si por todas partes se afirma la Vida
con sus mil modos y colores.
Si en todas partes
se esconde la muerte,
esperando que crea en ella,
que sucumba.

Julio 1980




desde mi gris profundidad:
he visto el cielo abrirse
en festejo de luz.
Después temores y región de sombras,
y unos ojos vidriosos,
una mirada y una presencia.

Hoy, será mucho tiempo hoy,
ascenderé a las estrellas
y a la risa.
De nuevo sabré que todo es bello,
y me buscaré en el infinito.
Sabré que soy el todo.

Hoy todas las voces estallan.
Lejanas y extrañas dimensiones
se pronuncian.
Soy toda cavidad ocupada
que nunca acaba de llenarse
y derramarse.

julio 1980


de llamas y colores
transcurre mi tiempo
en esta dimensión.

En un silencio de brisas perfumadas,
de ofrecimientos cotidianos:
vuela mi alma callada
por tu infinito espacio,
en tu invisible esfera.

La luz y el fuego del Rayo
hace aletear mi pecho:
agua quieta extendiéndose
en inmensidades oceánicas;
pulso de mi corazón amanecido.

1980


profundas como lágrimas,
regando iba y hoyando
piedras negras.

Y a las simas tenebrosas,
a las que ofrecía una gota,
un aliento:
crecían madreselvas,
trepando sobre los muros muertos,
negros, hacia el cielo,
hacia la luz.

La Vida, lo Bello,
lo Eterno,
iba pasando, surgiendo en todo;
pintando de verde, de sangre,
de infinito.

Noviembre 1980


reposa mi esperanza,
con triste placer besa
los reflejos amarillos
del último sol poniente.

Cuando percibe el soplo cálido
que mi deseo envía,
se yergue entre incrédulas sonrisas
de color de otoño.

A veces se aleja
abandona mi penumbra
y me hace ir a buscarla,
sin ella, vacía de esperanza.

La encuentro saltando,
entre la espuma del mar
de la inocencia;
cantando en el brillo de unos ojos;
cruzando el cielo sutilmente,
encelajándolo de azul,
de puro azul.

Y despacio,
regresando envuelta en risa
me habla con rosadas palabras.

1980



entre carne de hielo.
Rogando fuerza
a un sol velado de nubes.
Y la niebla silenciosa
invadiendo espíritus y corazones;
afirmando su mundo de sombras,
de incógnitas inútiles,
de blanca oscuridad.

Y sé que hoy no basta
el vivo fuego que llamea en mi alma.
Ni la bella y refulgente esfera
en que me gozo y soy.
Con urgente entusiasmo
me despojo de mi nítida desnudez:
arrancándome más, mucho más.
Y el cielo de mi alma se inflamó
en luz de Sol,
enrojecido y dorado.
  
Octubre 1980



ocultas; y mares de nácar y azul.
Soles y lunas
se sucedían, se confundían,
se eclipsaban.
Cumbres blancas y negras y azules,
emergían de un ayer
de mares o llanuras.

Las cenizas se unían,
y mezclaban con la nieve,
con las olas, con la espuma.
Y había nubes malva,
y cielos negros, y rayos
y nubes amarillas;
cielos invadidos de arena.

Y allá, al final
tras una blanca sombra,
dos inmensas letras se erguían:
Yo, y una presencia inmóvil,
siendo allí el muro,
la puerta brillante, plateada,
que ocultaba, que se abría
al infinito, límpido y dorado.

 Octubre 1980


de superficie helada,
una hoja verdísima
la calidez espera
del mediodía.


Diciembre 1980



con las alas extendidas,
dibujando hermosos signos
entre las ondas que creaba su risa.

El firmamento la envolvía
en su sutil sustancia,
mientras alegremente giraba,
subía, bajaba.

Y cuando un allá alcanzaba
decía: la Vida y la Luz se extienden
más allá, infinitamente
más allá.

 1981




por quien soy y por quien vivo,
levanto mis ojos cubiertos de polvo.
Tú, Realidad:
toca el cuerpo de mi mente
con una mota de luz de tu total Belleza,
haz surgir en ella galaxias luminosas.

La irrealidad seduce mis sentidos,
¡lo creado es tan hermoso!
que en todo me enreda una belleza
-pálido reflejo de Ti-,
y a veces me confunde
y quiero ser el pájaro, una senda,
un ciprés.

No puedo, aún no puedo
librarme del hechizo de un amanecer,
o de un torbellino de hojarasca.
Lo denso poco a poco
el alma me arrebata,
y siento que eres Tú, Verdad,
Soledad, Madre:
ese rosa que al anochecer
se extiende por el cielo,
o esos ojos que miran infinitos.

Enero 1982



y tiempo se rompen.
Tú, toda Eternidad.
¡ Cómo acercarme a ti, navegar,
hundirme en tu pura inmateria
con estos brazos que quieren
abrazarlo todo, y quedarse así,
repletos de mundo?.

Llegar a tu Reino,
presente siempre, naranja, azul:
es tocar, haciendo estallar el tiempo,
un relámpago, una infinita parte
de la Verdad.
Y ya no puedes lanzar
hacia el olvido, ese instante
en que fuiste perfecta Felicidad.

Se queda como un faro,
como un sol deslumbrante,
sobre el inmenso océano
de la vida.

1982



quiero daros.
Ofreceros estos soles
y estrellas que de mi andar
han nacido.
La voluntad y la fe y el deseo
crearon estos astros fulgurantes
en la profundidad clara
de la soledad.

Mundos encendidos,
radiantes iluminan
los sombríos caminos
que a lo Alto nos llevan.
Ya mi cuerpo material
no los retienen: salen,
desbordan mi corazón,
porque la luz no quiere
estar oculta.
Crece, hacia la distancia crece,
y hasta el más hondo abismo
su llama hace brillar.


1982



Nieves B.

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